El agresor, de 24 años, la siguió hasta su lugar de trabajo en Tenerife, encerró a la víctima durante más de una hora y fue detenido cuando intentaba regresar al centro de acogida. "El tiempo y la violencia empleada es clave en este caso", subrayan fuentes policiales. "No hablamos de minutos, sino de más de una hora en la que la víctima estuvo retenida, golpeada y sometida". La justicia ha ratificado para él una condena de 31 años de prisión.